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EL FANTASMA DEL COVID-19

¡Atención Manizales y Caldas!:

El Fantasma del COVID-19 anda suelto y la principal amenaza no es el contagio social, sino la irresponsabilidad institucional para atender y gestionar a sus presuntas víctimas tanto directas como colaterales.

Hace pocos días tuve la desfortuna de engrosar las estadísticas de víctimas del COVID-19, con mi amada madre de 74 años, mujer fuerte y saludable quien en los tres últimos meses sufrió deterioro de salud a causa de Anemia crónica, con pre diagnóstico de leucemia mieloide. Situación que luego de innumerables teleconsultas y postergación de citas con especialistas por la disculpa de pandemia, nos obligó a internarla de urgencias en la Clínica Versalles para procedimientos de transfusión sanguínea.

Generalmente, los pacientes con deficiencia en circulación, pueden presentar espacios de insuficiencia respiratoria aunado a cuadros febriles por flebitis generada a causa de un mal funcionamiento del sistema sanguíneo; no obstante, ante la paranoia del COVID, los síntomas hicieron pensar antes que nada en la activación de protocolos anti COVID, pese a que mi madre en dos pruebas previas (Una domiciliaria y otra hospitalaria), ya había resultado negativa para el temido virus, dando al traste con citas y valoración de especialista en hematoncológica para buscar tratamiento prioritario a su sospechada leucemia.

Pero cómo el que busca encuentra y, tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe, fue inevitable que mi madre luego de ocho días de hospitalización, resultara diagnosticada “positivo para COVID- 19”, situación dudosa y, de ser así no cabe duda que fue contagiada en la misma Clínica. Con lo que ya imaginarán en esta “crónica de una muerte anunciada”, en medio de protocolos y restricciones pavorosas que obligaron no solo a mi madre, sino a otros integrantes de mi familia a internarse en la agobiante y temida área roja del COVID ubicada en el Segundo Piso, bloque B de la desprestigiada y deshumanizada IPS Clínica Versalles.

Mi madre fue confinada ante su propia incredulidad y reticencia por el temido virus, el cual siempre eludió con excesiva pulcritud, con firme certeza de abuela y en plena lucidez que su fiebre como la había manifestado la internista el día anterior, obedecía a su flebitis y, su afección respiratoria correspondía con su falta de oxígeno en la sangre; no obstante, ante el discriminatorio tratamiento de los funcionarios de salud de la clínica, quienes por intermedio de un citófono le hacían seguimiento a sus síntomas con la temeraria advertencia que: “si se sentía agotada para respirar, debían internarla en un cuidado intensivo”, situación que no resulta halagüeña para ningún ser humano.

Con lo ya expresado, en medio de este “arduo viacrucis” con el que mi madre puso a prueba su resistencia, en espera de su tratamiento hematológico y toracentesis para drenaje de derrame pleural diagnosticado desde días atrás, antes de la distracción del COVID, procedimientos médicos que con seguridad mejorarían su oxigenación sanguínea, las fuerzas solo le fueron suficientes hasta la mañana del 15 de octubre, cuando a causa de un paro cardio-respiratorio, falleció ante la indiferencia humana, en medio de ese fantasmal escenario de la habitación 205 B, sin más compañía y asistencia que la de mis dos hermanas quienes con impotencia, debieron evidenciar la tardía reacción médica y la activación del código azul para salvar su vida.

No resulta necesario mencionar los detalles posteriores en trámites funerarios, matizados por la frialdad e indiferencia del duelo frente a un ser querido rotulado como contaminado por COVID, de quien sólo se permite apreciar la carrosa fúnebre a la distancia en su recorrido al horno crematorio, para el día siguiente recibir en cenizas al ser amado que un día antes, lograste apreciar con vida en espera de la diligencia médica para, sino aliviar plenamente su enfermedad de base, al menos propiciar calidad de vida y lo mínimo esperado por todo ser humano, “una muerte digna”.

Pero la irresponsabilidad y desconcierto, no se queda solo en el manejo hospitalario de los supuestos pacientes diagnosticados por COVID, a ello se suma la nula atención y seguimiento de la EPS Salud Total y entidades de salud municipales y la misma territorial de salud de Caldas para con los parientes, contactos estrechos de una supuesta víctima del mortal virus.

Pasada una semana de la muerte de mi madre, como es de asumirse en un acto de bioseguridad y responsabilidad social, toda la familia y especialmente aquellos que estuvimos confinados al cuidado de nuestra madre en al área COVID de la Clínica Versalles (foco de la infección), hemos camuflado nuestro duelo guardando prudente aislamiento entre tanto las respectivas EPS, nos realizan las pruebas.

Los que por fortuna contamos con EPS distinta a Salud Total, ya fuimos certificados con prueba negativa, otros miembros de la familia adscritos a Salud Total se encuentran en espera de los resultados y, un familiar, hace cinco días recibió un frío correo electrónico de resultado positivo, sin asomo de acompañamiento médico para orientar tratamiento y lo peor, al solicitar cita a Salud Total, le agendaron para ocho días después.

Caso más desconcertante ocurre con mi hermana, quien sostuvo a mi madre en brazos a la hora de su muerte, mujer desempleada y sin seguridad social, de quien se espera que como población pobre no asegurada (PPNA), debe ser atendida por cuenta de la Secretaría de Salud o Territorial de Salud. Ocho días después de notificado el caso, con el nefasto incidente de víctima mortal por COVID-19, no había sido contactada por las autoridades sanitarias para la realización de prueba.

Frente a esta cronología de infortunados hechos y apartado un poco de mi situación familiar, lo cual humanamente ya no tiene solución, me impulsa además de mi dolor e impotencia, mi preocupación por las acciones de gestión institucionales para una efectiva administración y control de esta pandemia, por lo cual, dejo a disposición de la opinión pública y de manera especial, a las instituciones competentes las siguientes reflexiones e interrogantes:

1. El fantasma del COVID anda suelto y con temida libertad en las áreas de urgencias y pasillos de la Clínica Versalles de Manizales.

2. La EPS Salud Total en Caldas es ineficiente e indiferente para contratar y expone a sus afiliados a la atención por parte de una de las Clínicas más desprestigiadas de Manizales.

3. ¿Qué tipo de seguimientos existen por parte de los organismos de control y autoridades de salud para la verificación y supervisión de las posibles o supuestas víctimas de COVID con tratamiento hospitalario?

4. ¿Habrá algún afán o interés maquiavélico por el diagnóstico por COVID-19 y su consecuente internación en salas UCI, habida cuenta los rubros dispuestos para IPS o EPS para su atención?

5. ¿Qué tipo de seguimiento y/o acompañamiento médico y psicológico se realiza tanto por parte de las EPS y autoridades de salud a las personas diagnosticadas como COVID para su tratamiento en casa?

6. Las victimas mortales de la pandemia COVID-19, no sólo se miden por los pacientes diagnosticados como positivos, o por la ocupación de UCI, sino también por aquellas otras víctimas colaterales desatendidas o postergadas en sus tratamientos por otras enfermedades.

7. Despierta Manizales y Colombia, el COVID es una realidad, debemos respetar y acatar los protocolos de bioseguridad, pero también debemos exigir que ante su fantasmal existencia no se vulnere ni afecte la prestación de otros servicios vitales en salud.

Por: Moisés García Higinio

Imágenes: Google, Hamilton medical, Vanguardia, El Digital de Albacete, Cordoba BN, Cuadernos de Seguridad.

PRESERVANDO LA MEMORIA DEL CABLE AÉREO MÁS LARGO DEL MUNDO.

Lo que en algún momento fue símbolo de desarrollo económico, regional, cultural, emblemático y ejemplar a nivel mundial, tuvo su ocaso, su desaparición en medio de la miopía dirigente por no preservar el cable aéreo más largo del mundo en la ruta Manizales – Mariquita con aproximadamente 72 kilómetros de longitud, vigente entre los años 1915 hasta 1968, ese coloso que remplazó arrieros, bueyes y mulas; un medio de transporte que jalonó el desarrollo de regiones, de un Viejo Caldas en una época dónde las proezas y símbolos de grandeza de nuestros antepasados, también se plasmaban en un ferrocarril (hoy inexistente).

Cómo no memorar un cable protagonista en la exportación de café, ese grano que convirtió un territorio ubicado sobre la cordillera central de los Andes, en epicentro económico de Colombia, pues hablamos de la misma ciudad en donde hoy yace una de las catedrales más altas del mundo con 113 metros de altura, pero que lamentablemente, Manizales parece haber educado mal algunos de sus ciudadanos, esos que desarraigan el amor, el sentido de pertenencia, el ornato y la belleza atentando contra los símbolos de la historia, en este caso, el “monumento a los viajeros”, ese que representa al ingeniero James Lindsay y su hija en su primer viaje por un medio de transporte colmado de grandes historias.

La preocupación sobre el tema se remonta al año 2019, fecha en dónde se dió a conocer por parte de algunos ciudadanos, el cómo la Alcaldía de Manizales, había desmontado, sin mayores detalles, la obra “James Lindsay y su Hija” ubicada literalmente, encima de la Avenida Santander con calle 66; esto, condujo a una indagación y preocupación tal en dónde en pleno año 2020, a través de la red social twitter, el exmandatario Octavio Cardona, argumentó que la razón principal de retiro de la obra citada al parecer era por “posible debilitamiento… que también habían realizado un presupuesto de 300 millones de pesos para su recuperación… que el Ministerio de Cultura enviaría recursos y nunca llegaron…pero que la obra se había desmontado y guardado en una estación del cable Ecoparque los Yarumos”…

No satisfechos con ello, en medio de una jornada de integración, reconocimiento y planeación de proyectos para la ciudad de Manizales, pudo constatarse el precario estado de la escultura sobre antiguas vagonetas del cable aéreo en condiciones precarias, al parecer no se tuvo el tacto ni la cordura para el desmonte técnico de una obra que parecía más una apología al abandono o al reciclaje, considerando el mal estado de un símbolo que ahora habitaba en las entrañas de un «Elefante Blanco», denominado estación Cable Aéreo «Camino de la Palma», aquel fallido, cuestionado y corrupto proyecto que conducía hacia el Ecoparque «Los Yarumos».

Ese último encuentro, fue crucial para dar inicio a exteriorizar una preocupación compartida por muchos ciudadanos, hacer una denuncia pública a la par de una petición que nos comprometió a realizar un responsable seguimiento en medio de una cruzada por la recuperación, no sin antes decir que se tendría presente los pronunciamientos de: ex funcionarios, Alcaldía de Manizales, Asociación Cable Aéreo, Infi-Manizales, Procuraduría General de la Nación, Contraloría General de la República, Concejo Municipal, Instituto de Cultura y Turismo y la Sociedad de Mejoras Públicas (SMP), en dónde a través de esta última, también se originaron peticiones y requerimientos ante las autoridades correspondientes.

Ahora bien, considerando que el monumento a Lindsay y su hija permanecieron exhibidos por aproximadamente 20 años en la parte alta de la Avenida Santander y, el proyecto se gestó en el año de 1999 a petición del arquitecto Juan Vicente Escobar, con la autoría del maestro Luis Guillermo Vallejo, este último, quien ha plasmado esculturas majestuosas cómo el Monumento a los Colonizadores, cabe destacar que cómo miembro de la SMP, nos daríamos a la tarea de garantizar el interés por parte del municipio en recobrar una obra, inicialmente inconclusa en resina poliéster ya que el propósito inicial, es poder entregar los diseños en bronce.

Por ello, la estrategia era simple considerando que desde hace años la Sociedad de Mejoras Públicas de Manizales, ha permanecido atenta a la vida y obra del maestro Vallejo, pues comenzaríamos dialogando con él, luego buscaríamos actores interesados en el apoyo y consecución de recursos para la góndola en mención al igual que, para nuestro monumento a los colonizadores; esto, condujo a entrevistarnos con algunos periodistas y/o comunicadores cómo también, la realización de una denuncia pública y derecho de petición encaminado a la respuesta de diferentes interrogantes en aras a la protección de la memoria, la historia, el patrimonio material e inmaterial de nuestro territorio realizando un llamado de alerta, solicitando lo siguiente, con respecto al desmonte de la obra de “Lindsay y su hija”:

  1. Ordenar a quién corresponda el suministro de información relacionada sobre el tema expuesto teniendo presente todo tipo de datos y registros consignados por funcionarios encargados y responsables durante el desmonte de la obra en la anterior administración municipal.
  • 2. Dar a conocer si existe información dónde haya habido responsables a nivel disciplinario dentro de su actuación o en su defecto, que hayan causado detrimento económico, afectación al patrimonio material, histórico y cultural de la ciudad.
  • 3. Saber si se tienen datos sobre estrategias previstas o acciones para la reconstrucción, rescate y regreso de nuestra góndola y escultura de los viajeros.
  • 4. Solicitar muy respetuosamente ingresar el “monumento a los viajeros” dentro de uno de los objetivos, planes, proyectos y/o metas institucionales que den viabilidad presupuestal para su recuperación y restablecimiento.
  • 5. Nombrar un comité de seguimiento al proyecto, para lo cual, se propuso respetuosamente tener presente a la Sociedad de Mejoras Públicas de Manizales cómo ente articulador, representantes del Consejo Municipal de Cultura, entre otros que se consideren pertinentes.
  • 6. Sobre el tema se realizaron diferentes denuncias de carácter público y a través de diferentes medios de comunicación, comenzando a publicitar sobre la importancia de este hallazgo documentado.

De otra parte, tenemos conocimiento sobre la satisfacción de cientos de ciudadanos en respuesta a algunos de los interrogantes los cuales estaban relacionados con ubicación y posible destino de la obra a quienes en su momento compartimos informaciones; a su vez, sabemos que para algunos nuevos e inexpertos funcionarios, incomodan las denuncias o peticiones porqué al parecer, aún no comprenden cómo funciona la cosa de lo público, no pueden olvidar que son servidores de la comunidad, se deben a la ciudadanía teniendo obligación y responsabilidad de atender o responder las diferentes peticiones y requerimientos.

Finalmente, diremos que al parecer hay voluntad de la administración municipal en la recuperación de algunas obras en la ciudad, esto, considerando que el día 11 de septiembre 2020, junto con funcionarios de la Alcaldía y el maestro Vallejo, visitamos el Monumento a los Colonizadores en el mirador de la parte alta del barrio Chipre, posteriormente fuimos a “Camino de la Palma” en dónde se recogió lo que quedaba de “Los Viajeros James Lindsay y su Hija”, para luego, ser conducidos al taller del maestro Guillermo con fines de análisis y estudio de costos para reconstrucción y recuperación de nuestras obras. Sobra decir que, continuaremos con nuestra labor de veeduría y control ciudadano exigiendo y haciendo respetar los derechos de las mayorías. 

Por: Carlos Arturo Castañeda García
Para la Edición No. 484 Revista Civismo – Sociedad de Mejoras Públicas de Manizales